Zilina y Swidnica

Ya solo los nombres de estos lugares quedan bien de por sí, sea porque así a bote pronto no se sabe qué son, sea por lo evocador de lo diferente. A mí me gustan porque han sido etapas intermedias entre estancias más largas en otros lugares y las etapas intermedias, como sabemos, son fundamentales. No se llega a ninguna parte, tampoco en la vida, de repente, por magia y a lo bruto, sino que hay que andar, avanzar, un paso tras otro, y a lo mejor se llega a algún lado o no, como en la hermosa película “el viaje a ninguna parte”. No vamos a ninguna parte, simplemente viajamos, o sea, vivimos. Recorrer es el lema, no llegar, o debería serlo.

Para mí el viaje es la vida así como sabemos que la vida es un viaje, con etapas de todo tipo.

Cuánta trascendencia… Hablemos más bien de estos lugares visitados fugazmente.

Después de la impresionante y variada Viena, a la que amas más cada vez que vuelves, como pasa con muchos destinos, íbamos a Zakopane en Polonia, atravesando algo de República Checa y de Eslovaquia. Zilina nos quedaba bien para comer y allí nos paramos. En lugar de esos sitios terribles que son las gasolineras de las autopistas, aunque sean necesarias para perder el menor tiempo posible si uno realiza un largo trayecto ese día; pararse en un pueblo, aunque se “pierda” tiempo, es siempre agradable e instructivo. Das una vuelta, observas cosas, ves a la gente y luego te paras en un sitio a comer y pruebas algo típico, por un momento entras a formas parte de ese lugar, no acostumbrado a recibir turistas en muchos casos. En la plaza principal comimos bien y barato y charlamos algo con el camarero, que sabía español y después de todo eso, proseguimos el viaje con energía renovada.

Lo que nos quedaba de viaje ese día era bonito y curioso pero se nos hizo angustioso porque seguíamos en directo los avatares de nuestra hija que viajaba en tren y avión un día de tormentas terribles, de hecho sufrió percances y retrasos en el tren y más retraso de horas en el avión que hasta ultima hora no se supo si este salía o no. Ventajas (o inconvenientes, según se mire) de la vida moderna, que estás en el quinto pino pero conectado con todo cristo, de esa manera, a veces te angustias y no disfrutas como deberías de un día de vacaciones. Lo importante es que todo acabó bien aunque muy tarde, estuvimos dormitando con un ojo en el teléfono, para saber que por fin había llegado a Polonia. Fue un día largo y cansado.

Swidnica

Mientras que Swidnica era nuestra etapa intermedia entre Zakopane y Eibenstock, ya que estaban algo lejos, en kilómetros puede que no fuera tanto, pero hay que considerar que en el este a veces hay mucho tráfico y se va lento, así que esa etapa estuvo muy bien. Fue una parada necesaria.

Es un pueblo con un centro bonito y agradable, la etapa ideal. Y nuestro hotel una casa muy pintoresca y con historia, con habitaciones muy diferentes entre sí, lo que provocó las típicas negociaciones y rifirafes para ver quién estaba en cuál, actividad que suele llevarnos un tiempo cada vez que llegamos a una casa, incluso suele ser típico instalarse y después de un rato, por motivos variados y a veces bastante extraños, hacer una doble, triple o hasta cuádruple mudanza, actividad frenética que observada desde fuera, sería normal que provocara hilaridad, porque no deja de tener su gracia. Desde dentro es otra cosa. Lo mejor sería no deshacer la maleta prudentemente durante unas horas, hasta esperar que todas las aguas se calmen, porque así la típica mudanza resulta más rápida y sencilla y no te da tiempo a encariñarte con tu supuesta habitación.

La vuelta que dimos fue muy agradable, así como nuestra parada en la terraza de un bar. Para la cena ya suele ser más complicado, que si aquí, que si allá, que lo mejor en estos casos sería disgregar el numeroso grupo y que cada cual vaya donde le dé la gana, pero si se está juntos, se está juntos y entonces pues vienen los problemas porque al ser muchos, no cabemos y ya de por sí, por culpa de eso, nos separan en diferentes mesas de todas formas.

En todo caso y después de marear a la pobre camarera que sabía inglés, que no tenia ni idea de lo que se le iba a plantear esa noche, conseguimos cenar bien y hasta probar alguna especialidad, aunque casi todo lo que habíamos elegido del menú, resultó luego que no lo había, y es que solo se nos ocurre a nosotros llegar tan tarde a cenar, sobre las nueve. Un par del grupo había cenado a las seis, nada más llegar, y les fue de maravilla.

Son sitios visitados de refilón pero de los que suelo guardar un recuerdo entrañable, dejan de ser para mi nombres exóticos para convertirse en parte de mi mobiliario mental.

Paraos por ahí, en los sitios más raros, seguramente merece la pena.

Zilina, Eslovaquia

Swidnica, Polonia

Acerca de juegodelmundo

Profesora de español para extranjeros. Vivo en Turín desde hace 20 años. Necesito escribir para comprender mejor lo que me rodea y me sucede, para poner orden en mis ideas. Me apasionan el cine (en versión original), los viajes (soy fan de los intercambios de casa), la lectura, la comida, estar con gente, las novedades. La música (aprender a tocar el piano), el teatro (en especial cuando viajo), la danza contemporánea. Las buenas series de televisión. Traducir textos junto a alumnos buenos. Conversar. Tratar de disfrutar cada momento.
Esta entrada fue publicada en este de europa, fotos, reflexiones, viajes. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario